En medio de un viaje de descanso que prometía ser relajante, Guillermo Panizza, reconocido periodista de Telefe, vivió un episodio de salud que alarmó a todos sus allegados. Lo que comenzó como unas vacaciones familiares terminó con Panizza siendo internado de urgencia debido a un síncope convulsivo.
Panizza, acompañado de su esposa Giselle y sus dos hijas, Lola y Magui, estaba listo para disfrutar de un merecido descanso tras un año de arduo trabajo. Sin embargo, durante el vuelo, comenzó a experimentar un intenso dolor en el pecho que obligó a cambiar drásticamente sus planes.
“El 23 de julio de 2024 a las 4:32 quedará grabado en mi memoria. Habrán pasado poco más de tres horas cuando, dormitando, empecé a tener sensaciones extrañas. Mucho calor, palpitaciones, náuseas”, relató Guillermo.
Con el paso de los minutos, su condición empeoró notablemente. El dolor en el pecho y la dificultad para respirar generaron un estado de alarma en su esposa, Giselle, quien se encontraba desesperada al ver la gravedad de la situación.
“En pocos segundos, sentí como si me hubiera apagado, todo se puso negro, no puedo calcular cuánto tiempo, los recuerdos desde ese momento se tornan difusos. Tenía un fuerte dolor en el pecho. Atentas y eficaces, las azafatas acercaron un tubo de oxígeno. Dos pasajeros médicos ordenaban el panorama e intentaban tomar una decisión”, detalló el periodista.
El desesperante momento que vivió el periodista de Telefe:
Ante la urgencia de la situación y sin saber qué hacer, el avión tuvo que aterrizar en el aeropuerto más cercano, en Santa Cruz de la Sierra, donde Guillermo fue atendido y diagnosticado con un síncope convulsivo.
“Los exámenes son alentadores, todo parece ir bien y después de seguir la internación en Buenos Aires. Ya estoy en casa con el susto y los pensamientos positivos que deja todo lo que pasó durante las ‘vacaciones’ en la clínica”, expresó Panizza, quien es una figura destacada del periodismo en Telefe.
Siempre atento a las señales del cuerpo, Guillermo ha tomado este episodio como una lección profunda: “Que esos cinco días de ‘vacaciones’ en la clínica sean un severo llamado de atención para explorar un nuevo desafío”.