El fallecimiento de Locomotora Oliveras sigue dejando una estela de dolor en su entorno, pero ahora surgió una nueva polémica familiar que estremece. Su hermano, Jesús, rompió el silencio en una entrevista televisiva y reveló detalles desconocidos sobre lo que ocurrió durante el velatorio de la exboxeadora. En medio del duelo, quedó al descubierto una fractura familiar que se agudizó en el momento más triste.
Durante su aparición en el ciclo En Vivo, emitido por El Trece, Damián Rojo lo enfrentó con una situación delicada: “Me dicen que vos estabas en el lugar y en el momento cuando llegaron al velatorio como para frenar todo e interceder judicialmente y decirles que interrumpían la cremación. ¿Cómo fue, vos recibiste a la Policía?”
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Jesús no esquivó la pregunta y relató con serenidad lo sucedido: “No, la recibió mi hermana Roxana a la Policía, diciendo que tenían que firmar ese oficio sí o sí, porque se iba a evitar el crematorio que iba a ser al otro día”.
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Sin embargo, lo más doloroso llegó cuando explicó el motivo detrás de su distanciamiento con los hijos de Locomotora: “No les gustó la exposición que yo tengo con los medios, pero eso no es cuestión de respeto, es cuestión de una opinión. Me pueden decir yo no quiero que salgas en los medios, yo respeto tu opinión pero voy a seguir saliendo en los medios”.
En un momento profundamente emotivo, Jesús compartió la decisión más cruel que tuvo que aceptar por parte de su sobrino: “A mí no me dejó entrar mi sobrino, eso sí respeté la decisión. Yo respeto hasta donde tengo que respetar, si ellos no quisieron, es su mamá, perfecto, yo lo respeté”.
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Y cerró con una confesión que rompió corazones: “Lo que sí voy a respetar, y respeté, y me dolió, porque me lo tragué en el alma, es no darle el último beso a mi hermana, al cadáver de mi hermana, porque no estaba ahí, pero a los restos de mi hermana no darle el beso, el verla”.
El testimonio de Jesús refleja el costado más humano del adiós a una figura querida del deporte argentino. Una despedida empañada por decisiones familiares difíciles, donde el dolor no solo fue por la pérdida, sino también por la imposibilidad de despedirse.