Se sinceró. Romina Uhrig confirmó la noticia más triste a dos años de su salida de Gran Hermano: “me ponía agresiva porque…”

La exposición masiva que deja un reality no siempre se traduce en éxito y alegría. Para Romina Uhrig, ese camino estuvo marcado por sombras, excesos y una lucha personal silenciosa que recién ahora se anima a contar sin filtros. En una charla íntima, la ex participante de Gran Hermano decidió hablar de frente sobre lo que atravesó cuando la fama golpeó de golpe su puerta, y cómo ese mundo aparentemente perfecto terminó empujándola hacia un espiral peligroso del que, por suerte, pudo salir.
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En su relato, Romina abrió su corazón y reconoció el dolor vivido: “Fue una caída, con mucho dolor, el dolor me llevó a hacer cosas que decidí hacerlas públicas porque hay muchas personas que pasan por esto, demostrarles que uno se puede equivocar, pero también se puede salir”. Recordó también el impacto inmediato tras abandonar la casa de GH 2022: “Cuando salimos de la casa, todos salimos con mucha fama y exposición, uno sabe dónde se mete, pero no se imagina las consecuencias de las cosas que te pueden llegar a inventar”. Fue ahí cuando, según contó, “Me metí en el mundo de la noche”, un ambiente nuevo que terminó arrastrándola a un ritmo intenso y desgastante.
Con sinceridad, admitió que durante ese tiempo “Me encontré con muchísima gente y ahí fui muy frágil”, aunque hoy celebra haber logrado tomar distancia de ese escenario: “Hoy estoy bien, gracias a Dios pude salir de esa porquería, te lleva a la felicidad, pero después te queda el vacío”.

Los consumos problemáticos de Romina Uhrig

En su testimonio, Romina reveló cómo comenzaron los consumos: “Empecé con pastillas, después tomé MDMA (éxtasis), que se le dice, y nunca me animé a probar nada más, no quería salir si no tenía eso, buscaba, buscaba y me ponía agresiva porque lo necesitaba”. Ese hábito, según contó, se instaló en su rutina de salidas nocturnas.

Sin dar nombres, mencionó la influencia de personas del medio y confesó: “En el momento decís ‘gracias’ porque te invitan cosas. Y todo era alegría, no quería que se terminara más la noche, ya pensaba en el finde siguiente”. Pero las consecuencias no tardaron en aparecer: “Tuve depresión y ataques de pánico”.
En medio de la emoción, también habló de su rol como madre y su lucha interna: “Me cuido mucho, amo a mis hijas, sé la madre que soy, la amiga, la compañera… Entonces para mí eso fue fuerte y lamentablemente no lo pude manejar. Y es triste, porque siempre me creí fuerte y pasé por otras cosas feas, pero no lo pude manejar”.

Finalmente, contó cómo logró pedir ayuda y comenzar a sanar: “Una amiga me recomendó a su psiquiatra, me vieron muy mal y me medicaron. Me acuerdo de que yo iba a Se picó y Gastón (Trezeguet) me preguntaba si estaba bien porque me veía muy tranquila”.

 

Hoy, más fortalecida y consciente, Romina decidió visibilizar su historia para acompañar a quienes atraviesan realidades similares y recordar que, aunque el camino sea duro, pedir ayuda siempre es una salida posible.

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