De favorita del público a una realidad que nadie imaginaba
Cuando ingresó a la casa en moto, con su personalidad arrolladora y su estilo directo, muchos pensaron que su carrera en los medios estaba asegurada. Carisma, espontaneidad y una historia de vida que conectó con la gente la convirtieron rápidamente en una de las más recordadas de su edición. Sin embargo, lejos de los flashes y las cámaras, el panorama cambió por completo.
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Invitada al ciclo de streaming Se Picó, conducido por Gastón Trezeguet, Katia abrió su corazón y habló sin filtros sobre su situación actual. Conmovida, lanzó una frase que resume su presente: “De trabajo estoy pésimo, no tengo nada. No me sale nada y estoy haciendo delivery de nuevo”
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Volver a la moto no fue una elección, sino una necesidad. Repartir comida en La Matanza era su trabajo antes de entrar al reality, y hoy tuvo que retomarlo para poder cubrir gastos básicos. Según contó, intentó apostar a un proyecto propio de streaming desde su casa, pero la inversión la terminó complicando aún más. “Ya invertí en eso, tengo que pagar las tarjetas que están al rojo vivo, y es una inversión que no te devuelve plata en el momento”
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Uno de los momentos más sensibles fue cuando habló de su vivienda y su situación sentimental. La ex GH fue clara al admitir la fragilidad del momento que vive: “Si no fuese por mi novio, no sé qué haría. Él me está pagando el alquiler” . Pero lo más angustiante fue un episodio reciente mientras trabajaba con la aplicación de delivery. Katia relató: “Ayer agarré la moto y me fui a laburar. Hice delivery y me fue re mal. Ahora le debo 80 lucas a la aplicación”

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El problema ocurrió cuando un pedido de sushi se cayó justo antes de entregarlo y la clienta se negó a recibirlo. Ante esa situación, decidió no discutir: “Yo no me iba a poner a discutir porque soy conocida y quedo expuesta”
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El sistema de la app la perjudicó aún más y terminó pagando de su bolsillo los pedidos. Con angustia, resumió el final de esa jornada: “Me fui a mi casa con dos hamburguesas que no necesitaba y una deuda gigantesca. Perdí plata, tiempo y terminé re angustiada”
Hoy, con 34 años, Katia lucha por reconstruirse, mientras demuestra que el después de Gran Hermano no siempre es glamour. A veces, cuando se apagan las cámaras, empieza la batalla más difícil: sobrevivir en silencio.
