A un año del fallecimiento de Selva Alemán, su compañero de vida, Arturo Puig, abrió su corazón y compartió cómo fue aprender a vivir sin quien fue su amor durante medio siglo. El actor, reconocido por su extensa trayectoria y por haber construido una de las historias de amor más sólidas del espectáculo argentino, se mostró profundamente conmovido al recordar los momentos que compartieron y las rutinas que hoy intenta reconstruir.
El dolor de Arturo Puig
Con una sinceridad que emocionó a todos, Arturo contó que aún le cuesta adaptarse a la ausencia de Selva: “Vivíamos en una casa muy grande, la vendí y compré un departamento. Sinceramente, recién ayer puse las lámparas”, expresó, dejando en claro que el proceso de mudanza fue tan simbólico como doloroso.
El actor explicó que cada rincón estaba lleno de recuerdos y que cerrar esa etapa no fue nada fácil: “Es todo un proceso poner una casa y cerrar la otra también, que está llena de recuerdos”. En ese camino, no estuvo solo: “Algunas cosas se vendieron y otras las llevaron. Me acompañaron mucho”, reveló sobre el apoyo incondicional de sus hijos, especialmente de su hija Ximena, quien se encargó de ordenar la ropa de su madre.
Puig también recordó las conversaciones íntimas que mantenía con Selva antes de su partida: “Con Selva habíamos hablado sobre qué iba a pasar cuando alguno de los dos no esté. Ella decía que se iba a ir primero”, confesó con nostalgia. Sin poder contener la emoción, agregó: “Mis días son raros, la extraño mucho. Ahora me ocupo de cosas que no tenía ni idea, como las compras o pagar las cuentas. Soy un desastre tecnológicamente, pero un amigo de mi hija me está ayudando”.
El paso del tiempo no ha logrado borrar ciertos hábitos ni llenar el vacío que dejó su esposa. “Prácticamente nunca había vivido solo. Yo dormía de un lado de la cama y ella del otro, y no puedo ir a donde dormía ella, no quiero ocupar su lugar. No puedo, sigo durmiendo en mi lugar”, relató con una mezcla de ternura y tristeza.
A pesar de haber recibido propuestas laborales, Arturo reconoció que todavía no tiene la fortaleza para volver a los escenarios: “Me llamaron y agradezco infinitamente a todos los que me llamaron, pero todavía no estoy preparado”, aseguró.
Finalmente, conmovido, recordó a Selva con el amor intacto y una pizca de arrepentimiento que acompaña a quienes pierden a alguien tan esencial: “Selva era el centro de la familia, la que unía y organizaba todo. Ahora que no está digo ‘qué bárbaro, cuántas cosas hacía ella y yo debería haber hecho, pero no hice’. Son pavadas, pero hacen a la vida cotidiana. Pienso que podría haber hecho mucho más cuando ella estaba. Es como que en la ausencia la valoro mucho más”.
El testimonio de Arturo Puig deja al descubierto una verdad profunda: el amor no se apaga con la ausencia, sino que se transforma en memoria, en gratitud y en ese deseo eterno de seguir compartiendo la vida, aunque sea desde el recuerdo.