El duro dato que dieron en América TV sobre La Locomotora Oliveras tras su fallecimiento: “Ella ya tenía…”

En un ambiente cargado de emoción y nostalgia, el programa “A la tarde” de América TV brindó un homenaje lleno de sensibilidad a Alejandra “Locomotora” Oliveras, quien falleció recientemente tras sufrir un ACV. Su muerte conmovió no solo a los fanáticos del boxeo, sino también a colegas y amigos que compartieron ring, historias y caminos con ella. Uno de ellos, Jorge “Roña” Castro, habló en vivo con el ciclo conducido por Karina Mazzocco, y sus palabras impactaron por la crudeza y sinceridad con que relató el detrás de escena de los últimos años de la campeona.

“Ella ya tenía secuelas”: el testimonio que estremeció al mundo del boxeo

Con la voz quebrada y sin poder ocultar la tristeza, Roña Castro compartió un dato desconocido sobre el estado de salud de su amiga: “Me cayó como un balde de agua fría, venía saliendo. Es muy doloroso”, comenzó diciendo.

Recordando el vínculo que los unía, el exboxeador agregó: “Hace dos semanas estuvimos en un programa de televisión juntos. Es una mina que siempre salía adelante, siempre charlábamos. Hoy en día va a quedar el recuerdo de la Locomotora. Ella ya tenía secuelas, hace diez años atrás le había agarrado esto, una especie de ACV. Tuvo una parálisis, era un antecedente”.

Roña destacó la fuerza de Oliveras, esa que la convirtió en un ícono del deporte: “Ella era una mina que iba para adelante, eso fue lo lindo. Por eso le decían Locomotora Oliveras. Era una mina capaz y siempre te alentaba para salir adelante. Yo lo lamento mucho, me cayó como un balde de agua fría. Venía saliendo y de repente se derrumbó todo”.

Al analizar si lo sucedido podría estar vinculado a los años sobre el ring, Roña fue claro: “Uno cuando deja de pelear se tiene que seguir haciendo exámenes. Yo me hago chequeos. Esa secuela de boxeador siempre quedan. Yo puedo expresarme bien, pero hay muchos boxeadores que no. Los golpes que son secos y a la cabeza te dejan secuelas”.

Consciente del paso del tiempo y sus consecuencias, el ex campeón argentino agregó: “Después de los cuarenta años aparecen las secuelas. Yo nunca tuve miedo, pero es doloroso ver que a otras personas les pasa. No me gustaría estar postrado en una cama y que me vengan a atender”.

Finalmente, compartió una reflexión profunda sobre cómo el boxeo impacta no solo en el cuerpo, sino también en el entorno familiar: “Las familias sufren. Cuando me retiré mis hijos me dijeron basta. Después de los cuarenta años los golpes ya se sienten, a los 25 no sentía nada pero a los 38 sí. Dije ‘hasta acá llegué’. Nunca más fui al gimnasio, tampoco miro boxeo. Yo siempre agradezco al boxeo por todo lo que me dio, pero no miro”.


El testimonio de Roña no solo sirvió como despedida sentida a Alejandra, sino también como una fuerte advertencia sobre las secuelas invisibles del deporte de alto impacto. Una charla que caló hondo y dejó en evidencia la otra cara del ring, la que muchas veces se oculta tras los cinturones y los aplausos.

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