El mundo del espectáculo despide a una figura querida y comprometida. Este lunes se conoció la triste noticia del fallecimiento de Hugo Armoa, un artista que dejó huella tanto en la pantalla como sobre el escenario, pero también detrás de ellos, gracias a su incansable labor en la gestión cultural. Su partida deja un vacío entre colegas, seguidores y en la escena artística nacional, donde supo ganarse un lugar con trabajo, talento y pasión.
Un legado marcado por la vocación, la entrega y el compromiso cultural
La Asociación Argentina de Actores y Actrices fue la encargada de confirmar el fallecimiento del artista con un emotivo comunicado: “Lamentamos el fallecimiento del actor Hugo Armoa, afiliado desde 1978, quien desarrolló una extensa trayectoria artística y una activa labor en la gestión cultural. Expresamos nuestras condolencias a sus familiares y seres queridos”.
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Hugo Rubén Armoa, nacido el 3 de diciembre de 1956, fue mucho más que un actor. Desde 1978 formó parte de la Asociación que lo vio crecer como intérprete y también como impulsor de espacios para el arte. Su versatilidad lo llevó a participar en numerosas ficciones televisivas y producciones digitales que marcaron distintas generaciones.
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En la televisión, fue parte de éxitos como “Floricienta”, “Casi Ángeles”, “Los exitosos Pells”, “Los Roldán”, “Mi amor, mi amor”, “Alma pirata”, “Vidas robadas”, “Amor mío”, “B&B: Bella y Bestia”, “Herencia de amor”, “La ley del amor” y la aclamada serie sobre el papa Francisco, “Llámame Francisco (El Papa de la gente)”.
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En el teatro, su talento brilló en obras como “En la nube”, “La mirada”, “Macbeth”, “Bernarda, el ahogo” y “Tertulia de cámara francesa”, donde supo demostrar su profundidad escénica y su compromiso con el arte dramático.
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Además de su carrera actoral, Hugo fue un incansable promotor de la cultura. Ejerció un papel fundamental como coordinador del área de Teatro en la histórica Manzana de las Luces y también como coordinador general en la Manufactura Papelera de San Telmo, dos espacios emblemáticos de la actividad cultural en la Ciudad de Buenos Aires.
Con su partida, el arte argentino pierde a un referente integral: un actor, un gestor y un apasionado que vivió para fortalecer la cultura en todas sus formas. Desde la comunidad artística, colegas y seguidores despiden con respeto y admiración a un hombre que supo dejar su marca.