La vida puede cambiar en un segundo, y María Julia Oliván lo sabe muy bien. Una situación cotidiana, doméstica, se transformó en una pesadilla que todavía hoy está atravesando. Desde una cama del Hospital Alemán, donde permanece internada desde hace más de dos semanas, la periodista decidió abrir su corazón y mostrar la cruda realidad que enfrenta tras sufrir un accidente con fuego.
Este sábado 28 de junio, Oliván sorprendió a sus seguidores al publicar una impactante foto de una de sus manos, visiblemente afectada, envuelta en vendas, con señales claras del daño que sufrió su piel. La imagen fue acompañada de un texto tan honesto como doloroso: “Mis manos son lo más sano que tengo. 16 días de terapia intermedia. 5 intervenciones. Fiebre todos los días solo por la inflamación de la herida más grande de la pierna. Glóbulos blancos normales”.
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Pero el verdadero golpe emocional no fue sólo ver el alcance de las quemaduras, sino conocer el lado más íntimo de su lucha: el impacto en su vínculo con su hijo Antonio, de 8 años, diagnosticado con Trastorno del Espectro Autista (TEA). En ese sentido, escribió con el alma abierta: “Antonio que cuando viene se quiere ir y nadie le enseña que a la mamá se la acompaña (que mejor momento para crecer que con la vida misma). Y yo acá sin poder siquiera pararme para hacerle los dibujos y enseñarle”.
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Días antes, Oliván relató cómo ocurrió el accidente que cambió todo. En diálogo con Teleshow, reveló que todo comenzó al intentar encender una chimenea moderna: “Le empecé a meter etanol, y más etanol, y más etanol… cuestión de que me prendí fuego. Me agarró una llamarada en todo el cuerpo”. La rápida reacción de su colega Valentina Bonadeo fue determinante: “Me gritaba que me saque la ropa y me meta en la ducha. Eso me salvó”.
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El resultado fue devastador: el 13% de su cuerpo terminó con quemaduras, y los médicos anticiparon que la recuperación será lenta. Actualmente, enfrenta tratamientos de limpieza profunda bajo sedación y fuertes analgésicos como fentanilo, ketamina y morfina, lo que también le provoca episodios de desorientación y confusión.
Producto de esta situación, la periodista debió postergar el estreno de su obra en el teatro Metropolitan, reprogramado ahora para el 21 de octubre. Pero más allá de los contratiempos profesionales, en cada publicación deja ver que lo más difícil no son las cicatrices físicas, sino el proceso emocional. Como ella misma escribió, el desafío pasa por “superar los obstáculos físicos y soledades emocionales”.
Este testimonio, profundamente humano, pone en evidencia que incluso en los momentos más oscuros, compartir lo vivido puede ser una forma de sanar, y de tender un puente de empatía hacia quienes también están luchando.