Detrás de la energía arrolladora que muestra en la televisión, Marixa Balli guarda una historia profunda, marcada por la fortaleza y la resiliencia. A sus 55 años, la panelista de LAM se animó a compartir una de las confesiones más íntimas y conmovedoras de su vida: el sueño de ser madre que no pudo concretar.
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Sin buscar dar lástima ni victimizarse, Marixa decidió hablar con total sinceridad sobre su experiencia, una historia atravesada por el amor, el dolor y un pasado que dejó secuelas físicas y emocionales imborrables.
“Fue muy duro todo lo que me pasó en el cuerpo”
Durante una entrevista con Infobae, Marixa contó que hace apenas un par de años aún mantenía la esperanza de ser mamá. Pero el cuerpo, marcado por las consecuencias de un accidente automovilístico gravísimo, le puso un límite que no pudo superar.
“Hasta hace dos años intenté, en un muy buen instituto pero bueno, obviamente que los accidentes, como me dice el médico ‘de afuera se te ve divina pero internamente, pasaron muchas cosas’”, reveló. A pesar de su deseo, la realidad médica fue contundente. “Fui primero a hacerme los chequeos, los estudios, me dijeron ‘no, no intentes algo que…’”, comenzó relatando Marixa, mientras su colega Darian “Rulo” Schijman completaba con una frase cruda: “algo que no va caminar”.
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El golpe emocional fue inevitable, pero Balli eligió asumirlo con entereza y seguir adelante. “No, no porque… nada. Fue muy duro todo lo que me pasó en el cuerpo. Dije ‘bueno, ok, perfecto, es hasta acá’”, expresó, dejando entrever la carga emocional de una decisión que no fue fácil, pero que aceptó con madurez.
— La Vida del Famoso (@LaVidadelFamoso) April 24, 2025
Un accidente que marcó su vida para siempre
El hecho que cambió su destino ocurrió en el año 2000. En la famosa “curva codo” de la Ruta 2, Marixa y su pareja de ese entonces, Mariano Fischer, sufrieron un accidente trágico. Él falleció y ella milagrosamente sobrevivió, aunque con severas secuelas físicas que aún la acompañan.
Ese hecho no solo dejó una marca en su cuerpo, sino también en sus posibilidades de ser madre. Pese a todo, Marixa se muestra agradecida con la vida que lleva hoy, sin resentimientos ni tristeza, reivindicando la capacidad de reconstruirse incluso cuando los sueños no se concretan.